Wallace Souza es uno de los conductores de televisión más populares en la región amazónica de Brasil. Durante dos décadas, dirigió y presentó el programa “Canal Livre TV”, de marcado sensacionalismo y especializado en nota roja. Además de las descripciones escandalosas y las escenas sangrientas que solía presentar, el programa obtuvo notoriedad porque sus reporteros llegaban antes que nadie a las escenas de los crímenes que difundirían con tanta profusión.
El periodismo que realizaba, puede ejemplificarse en esta narración de uno de los reporteros de “Canal Livre TV” cuando va caminando a través de la selva para llegar hasta un cadáver carbonizado: “Huele como a barbacoa. Es un hombre. Tiene el olor de la carne quemada. La impresión es que fue en las primeras horas… fue una ejecución”.
La fama que alcanzó, llevó a Souza a incursionar en política. En 1998 fue electo diputado local y ha sido reelecto en varias ocasiones. Actualmente es miembro del Partido Progresista y en las elecciones más recientes fue el diputado que recibió más votos en el estado de Amazonas.
Ahora, sin embargo, Souza está en problemas porque ha sido acusado de ordenar varios asesinatos para luego tener la exclusiva periodística acerca de ellos.
De ser ciertas esas imputaciones, Souza habría encarnado los más drásticos estereotipos que acusan a la televisión de inventar la realidad. El rating de “Canal Livre TV” habría sido obtenido a fuerza de suscitar y no solamente registrar los acontecimientos. Los homicidios que sus reporteros acudían a cubrir con tanta presteza, habrían sido perpetrados por sicarios a sueldo de Souza. El mérito periodístico habría sido desplazado, entonces, por una diabólica mentalidad criminal ávida de éxito mediático.
Antes de sobresalir en televisión, Wallace Souza fue policía. Ahora él y varios de sus colaboradores están acusados de fabricar crímenes para luego difundirlos. Además se le ha vinculado con actividades de narcotráfico. Su hijo de 26 años está preso, acusado de homicidio y tráfico de drogas.
En todo el mundo han proliferado comentarios, ora sorprendidos, a veces moralistas, las más de las ocasiones a medio camino entre la prédica y el estupor, a propósito de los crímenes de los que se acusa a Wallace Souza. Uno de los más inteligentes ha sido el artículo de Mario Vargas Llosa, ayer domingo en el diario madrileño El País. Después de jugar con la posibilidad de que los crímenes que habría cometido no fueran únicamente culpa de Wallace Souza sino del sistema mediático del que ha sido estrella, beneficiario y ahora víctima, el novelista peruano comenta:
“Si Wallace Souza cometió esos crímenes sólo para convertirlos en imágenes, es evidente que, para él y para sus espectadores –aunque éstos fueran menos conscientes de ello que él– la realidad real era menos importante, meramente subsidiaria o pretexto, de la realidad reflejada por las cámaras, las que, con su perfecta adecuación a los gustos del público, la recomponía, purgaba y recreaba de tal modo que fuera algo que la realidad real lo es sólo muy de cuando en cuando: excitante, terrible, divertida”.
Pero no solamente los presuntos crímenes ordenados por Wallace Souza y su posterior presentación televisiva han sido engranajes de ese juego permanente entre la “realidad real” y que resulta de las fabricaciones mediáticas. También las acusaciones contra ese conductor televisivo y legislador brasileño han desatado un intenso cuan lucrativo circo mediático.
Para indagar las imputaciones criminales contra Souza, la Asamblea Legislativa del Amazonas encargó una indagación a varios de sus integrantes. Los resultados de esa pesquisa se conocerán en los próximos días. Por lo pronto la semana pasada, entrevistado en Manaos, Souza negó esas acusaciones. No es sorprendente que lo hiciera. Pero al parecer no es el único en defender su inocencia. El diputado estatal Libertan Moreno, relator del proceso que se sigue contra Souza por atentar contra el decoro parlamentario, declaró el viernes pasado que los elementos presentados por la defensa contradicen las acusaciones iniciales a tal grado que, a varias de ellas, las “derrumban completamente”.
La inocencia del diputado y periodista Souza no ha sido demostrada. Pero su culpabilidad tampoco. Sin embargo el tribunal mediático, que en este caso ha sido global y sumario, no solamente ya lo condenó sino que extrajo ingeniosas moralejas a partir de los crímenes –siempre en busca del idolatrado rating– que posiblemente Wallace Souza cometió, pero posiblemente no.
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