Apenas se asoma la Navidad en el calendario, apenas huele a aguinaldo bien ganado de los trabajadores y entonces los medios de comunicación se unen a las empresas, a las marcas de productos, a los gobiernos de los estados y mediante una artimaña sentimentalista muy efectiva nos quitan dinero para la “buena causa” del Teletón. Nos obligan a ser buenos, a pensar en los niños, a olvidarnos de la desgracia propia para soltar unos cuantos pesos que contribuirán a superar la siempre superable meta. Empiezan con su campaña de que los mexicanos aguantan ésta y otras crisis, porque los mexicanos estamos hecho de un material resiliente que a pesar de los golpes que nos percute la imbecilidad gubernamental, a pesar del cinismo y la impunidad, a pesar del narcotráfico y la inseguridad, a pesar del dólar a 14 pesos y la gasolina a casi 8 la magna y la premium ya ni se diga, a pesar de todo eso tenemos ánimo para contribuir. Cómo diría la expresidiaria Gloria Trevi, para salir de casa a trabajar, para sacar adelante a México, el país de los cínicos.
Pero no van a ser ellos los que nos digan cuánto dinero en realidad recolectan, cuánto le cobran a cada anunciante, porque no los anuncian de gratis las 24 horas que dura el evento. Ahí aparecen no sólo los tomates en puré, los refrescos de cola o los chiles enlatados, sino que además limpian la imagen de los bancos usureros, de los empresarios de GRUMA responsables de que tengamos que pagar las tortillas a 8 pesos el kilo, de las tiendas departamentales como Comercial Mexicana responsables del alza del dólar, de tiendas esclavistas como Walmart o negocios que contribuyeron al fraude electoral como Coppel Canada. Y qué decir de los medios de comunicación que tienen en la pendeja a los mexicanos. Con sus noticias sesgadas y sus reportajes manipulados, con sus programas para retrasados mentales, con sus comunicadores comprados, con su prepotencia verbal, con el monopolio de la verdad.
Y todo con el aval del gobierno federal, de los gobiernos estatales. Ahí estará sin lugar a dudas, en medio de la cruda, Felipe Calderón, y aparecerá en escena nuevamente el “Gober precioso” para dar su contribución o Ulises Ruiz con su dinero manchado de sangre o el mismo “Gober piadoso” de Jalisco quien borracho un día mando a chingar a su madre a todo el que lo criticara por dar millonarias contribuciones a la iglesia católica. Por supuesto no podrán evitar que también entre dinero del narcotráfico, porque se les ocurre mejor manera de lavar dólares al mismo tiempo que lavar honras.
Por eso cuando vea a los que andan boteando por las calles pidiéndome una contribución, les diré: “Ni un peso para el Teletón”. Porque el dinero que junten ellos, los organizadores, lo deducirán de sus impuestos y con eso lograrán un negocio redondo.
Y es que ni falta hace que contribuyamos. Pruebe. No ponga ni un peso para el Teletón y verá como aún así logran alcanzar la supuesta meta. El año pasado superaron los 421 millones pesos. Este año a pesar de la crisis lo superarán. Y es que a nosotros nos asombra la cantidad de millones que juntan en esas 24 horas, pero para muchos de ellos apenas si les alcanza para su gasto corriente. Esas cantidades son las que gastó Roberto Hernández en la boda de sus hijos, esa cantidad es lo que se gasta un gobernador en sus viajes al extranjero, esas cantidades se las gastó Fox en trivialidades, en fruslerías, en joyas y armiños para su mujer con la que no se podrá casar porque anda medio deschavetado.
Pero volviendo al tema, “ni un peso para el Teletón” a pesar de que nos muestren los grandes logros y las historias conmovedoras. Si de verdad se quieren ver altruistas, que pongan ellos, de lo que tanto nos han robado. Que ponga un poco Slim que nos quita miles de millones anuales en renta telefónica, que contribuya Azcárraga que tiene las concesiones de juego que han empobrecido a tantas familias, que contribuya la Aaramburuzabala, dueña del grupo Modelo que tiene pedos y alcohólicos a millones de mexicanos, que contribuyan los que se sientan en letrinas de oro, pero que cagan las mismas miserias que los demás: Jerónimo Arango, Lorenzo Zambrano, Eugenio Garza Lagüera, Alberto Bailleres, Alfredo Harp Helú, Ricardo Salinas Pliego, Carlos Peralta e Isaac Saba Raffoul, todos ellos los que en realidad gobiernan a México.
Yo no tengo para darles, yo no quiero darles. Prefiero contribuir a mi manera, dándole mi cambio de monedas al señor de la tercera edad que me embolsa las cosas en el súper. Hay tantas maneras de contribuir, sólo falta ingenio. Basta con pagar lo justo a las indígenas que nos venden sus productos, basta con no regatearles tanto, basta con dar una cobija a los que tienen frío en la sierra, basta con dar esa chamarra que ya no usamos a un preso en Pacho Viejo, basta con preparar café y llevarlo a las personas que duermen a la intemperie en el hospital Dorantes Mesa, esas personas que ya sufren con el cáncer de su pariente y todavía padecen las inclemencias del tiempo.
Para ser generoso no es necesario que nos obliguen a contribuir con esas artimañas sentimentaloides, para ser generoso a veces sólo basta con soltar una sonrisa.
Ni un peso para el Teletón.
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